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October 2, 2015

5 sencillos pasos para liberar emociones y seguir adelante.

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Hace diez años, pase un por un terrible episodio de síndrome de fatiga crónica.

Perdí diez libras, de mí ya delgada estructura, tuve fuertes migrañas y me sentía muy fatigada, apenas y podía caminar de una habitación a otra.

Esto duró meses. Esto fue una etapa muy difícil de sobrellevar, especialmente para alguien que está orgullosa de trabajar arduamente y siempre sentirse llena de energía, estaba determinada en ser diagnosticada por un doctor y recuperarme lo más pronto posible.

Luego de varios estudios y análisis de sangre, todo resultó negativo. Mis síntomas no tenían razón médica alguna y tampoco había respuestas para el porqué de mi fatiga pero, el cuerpo nunca miente, y él me estaba enviando señales de que algo andaba muy mal.

Nuestras emociones, especialmente aquellas que nos guardamos y no tratamos, se manifiestan con algún síntoma físico; cuando no liberas emociones, de manera regular, estas quedan atascadas y pueden crear enfermedades. Así que, sanarse siempre es un trabajo emocional, físico y espiritual. El verdadero cambio no es simplemente decir, “estoy enojada” o “estoy triste,” el cambio verdadero está en llegar a la raíz de nuestras emociones y desde allí empezar a cambiar los pensamientos que nos conectan a dichas emociones.

Todos tenemos derechos a sentir—pero, el hecho de tener derecho de sentirnos enojados, dolidos, y desolados, no significa que tengamos que cargar con esas emociones por siempre. Luego de divorciarme, me deje llevar por una gran desolación, enojo, vergüenza y tristeza. Empecé a descargar mis emociones hacía otras personas, con mis padres—quienes sólo trataban de ayudarme, mis amigos, incluso hombres con los salí—y esto fue porque el dolor en mi corazón no había sanado del todo.

5 pasos para dejar ir emociones que no son saludables:

Así como hice muchas cosas, que fueron las correctas, para poder sanar yo misma, y que continuo haciendo para no regresar a donde mismo. También hice muchas cosas, que no fueron las correctas, que me mantuvieron “estancada.” Las cosas que nombro a continuación, son las cosas que me ayudaron—no sólo en procesar las emociones que estaba experimentando, sino que también en dejar ir esas otras que no me dejaban seguir adelante.

1) Habla, habla y, sigue hablando.

Saca esas emociones que tienes dentro. Déjale saber a todos lo que sientes, aun así, esas emociones parezcan injustificadas, equivocadas o improductivas, al final, eso es lo que estamos sintiendo. El hablar acerca de nuestras emociones, ya sea con un terapeuta, amigo, o familiar, ayuda a que estas vayan desapareciendo, ya no sentirlas de manera tan intensa y así poder dejarlas ir. En mi caso, compartí con mis amigos más cercanos la situación por la que atravesaba y también busque personas que hayan pasado, o que estuviesen pasando, por lo que yo pasé.

Poder procesar mis emociones con personas en quienes confío fue la clave para poder permitir expresar todo eso que sentía y liberar la energía negativa.

2) No te quedes como la victima.

Hablar acerca de la experiencia, ya sea traumante o dolorosa, por la que atravesaste, puede ayudarte a procesar tus emociones, pero llega un punto en el que se debe parar, dejar ir esa historia, y seguir adelante. Si esto no se hace, lo único que uno logra es quedarse “estancado.” No hay un tiempo estipulado para que podamos saber si ya nos “estancamos,” pero, preguntarle a nuestros amigos cuando hemos estado contando la historia ya mucho tiempo y no hemos avanzado, está bien. Mis padres fueron los más duros conmigo, solían decirme, “No dejes que esta experiencia defina quien eres. No dejes que una persona se lleve tu esencia; levántate, así como lo hace una peleadora en el ring de boxeo, y sigue adelante.” Estas palabras fueron las que me hicieron salir del modo de victima en el que me encontraba y entré al modo “poder superarlo y convertirme a una mejor persona.”

3) No culpes a otros por lo que sientes.

Esta es una de las lecciones más grandes que aprendí; son tus sentimientos, de nadie más. A menudo me encuentro diciendo: “El me hace sentir…” o “Ellos me hacen sentir…” La verdad es que, “él” o “ellos” solamente tienen el poder de hacerme sentir algo si yo lo permito. Sé la dueña de tus sentimientos y empieza a cuestionarte cada vez que aparezcan esos sentimientos difíciles de manejar.

Yo puedo aceptar sentirme molesta por algo el día de hoy, pero, ¿también puedo escoger la manera en que sentiré el día de mañana? Cuando se trata de nuestros sentimientos, tenemos mucho más poder del que creemos; la clave para sanar nuestras emociones, es siendo dueños de ellas.

4) Escribe, medita u ora.

Todos tenemos algo que nos ayuda a concentrarnos y poder conectarnos con nosotros mismos en medio del caos. Yo, escribo. Plasmo todos mis sentimientos en papel y, aquellos que no puedo compartir con los demás, los quemo. Imagino que todo ese enojo, resentimiento, y negatividad, se está quemando y de esa manera se está liberando y me es más fácil dejar ir. Escribir artículos o llevar un diario es una forma perfecta para expresar esos sentimientos que por alguna razón no somos capaces de hablarlo con otras personas.

También tengo una rutina regular y profunda de meditación. A veces la gente se sorprende cuando les digo suelo meditar dentro del carro cuando voy camino al trabajo. Mantengo silencio todo dentro del carro y pienso que emociones estarán allí para mí, ese día. Pido que me guíen y pido obtener toda la información que me ayudará a tomar decisiones que me favorezcan; luego, escucho a esa voz en mi interior que suele darme las respuestas. Una de mis mantras favoritas—que suele ayudarme a mantener mis pies en la tierra—es: “Inhala lo bueno, exhala las estupideces.” Lo sé, no es tan “espiritual,” pero, juro que si funciona y me ayuda a no tomarme las cosas tan en serio.

5) Perdona y deja ir.

Hay una frase increíble que dice así: “Aferrarse al enojo es como estar sosteniendo un carbón caliente para lastimar a otra persona; al final, uno termina por quemarse.” Esto es tan cierto, pero aun así, seguimos pensando que si dejamos a un lado el enojo y perdonamos, la otra persona se está saliendo con la suya.

Perdonar no significa que se condona el comportamiento de la otra persona, se trata de cambiar nuestra perspectiva. Cuando las personas tienen un mejor conocimiento, hacen mejores cosas. Usualmente, la manera en que las personas nos tratan, es un reflejo de su estado interior y de cómo se sienten acerca de ellos mismos. Si puedes reemplazar el enojo y el resentimiento con compasión, podrás liberar las emociones tóxicas y seguir adelante con tu vida.

Cuando mi matrimonio llegó a su fin, las circunstancias hicieron que me llenara de enojo y odio. Dije que nunca podría perdonar a mi ex, pero estaba rodeada de personas que, pacientemente, me enseñaron a poder sentir compasión por él y por sus decisiones. La única persona que salía lastima al aferrarse al sentimiento de enojo, era yo. Cuando pude dejar de juzgar y logré verlo como un ser humano—que hizo lo mejor que pudo—logre dejar ir.

Puedo decirles que se siente un gran alivio el ya no cargar esos sentimientos y poder estar en una posición neutral, la cual me deja seguir adelante con mi vida.

La paz interior y, el bienestar físico, emocional y espiritual, se logran cuando uno se compromete a tomar la responsabilidad de su propia vida. Eso incluye el, tener la voluntad para dejar ir cualquier sentimiento sin resolver al que nos estemos aferrando.

Cualquiera, no importa los traumas por lo que haya tenido que pasar, puede llegar a sentir ese bienestar.

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Link del artículo oríginal:

5 Simple Steps to Releasing Emotions & Moving On.

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Autor del artículo: Dina Strada

Traductora: María José Barillas

Editoras: Renée Picard (Inglés)/Yoli Ramazzina (Español)

Foto: Deviant Art 

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