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October 30, 2015

Es tiempo de ser vulnerable de nuevo (y estoy aterrorizada).

Flickr/Dee Ashley

Creo en los signos que nos envía el universo.

También realizo trabajo de sanación—así que sé lo que tengo que hacer cuando me siento agotada física y emocionalmente.

Me he encontrado en un proceso profundo de lo que yo considero ha sido uno de los traumas más grandes de mi vida.

Cuando pongo mi mente a trabajar, soy una persona que trabaja a la velocidad de la luz. Así que cuando decidí superar esto y sanar, con el gusto de un virgo apasionado, fui directamente a esa tarea.

No existen guías para sanar una pérdida o sufrimiento. Te mueves por medio de fases, y, cuando el universo decide que ya es tiempo de un descanso, el mismo te lo da.

Cuando decide que todo va muy bien y tu vida está avanzando, ésta te sorprende con más dolor para que lo puedas procesar. Porque el universo sabe cuando estás listo para más—y eso tiene como resultado otro nivel de sanación.

No me gusta lidiar con el dolor, estoy cansada de llorar, estoy cansada de sentirme triste y sola, estoy cansada de revivir una y otra vez el trauma que me tocó vivir.

Soy de Nueva Jersey y, las chicas de Jersey son fuertes, se levantan del suelo sin mirar atrás. Así que cuando comencé a sentir, todos los días, los susurros de la tristeza en mi espalda, lo cerré completamente, tanto que apenas y hubiese alguien sabido lo que estaba sucediendo.

Excepto que sí estaba sucediendo. No hay manera de negarlo, está sucediendo.

Cuando me siento pérdida y la vulnerabilidad empieza a aparecer, le rezo al espíritu: le pido que me brinde dirección y me guíe siempre que lo necesite, porque mi don de poder escuchar los mensajes que envía el espíritu es muy fuerte. Yo no dudo de la información que éste me brinda.

“Se vulnerable,” me dijeron algunos.

¿Cómo? Mi respuesta fue, “No.”

Con mi espíritu, salí de la meditación y seguí con mi día.

Más tarde esa semana, hablé con un amigo, le dije que últimamente me sentía desconectada, exhausta, abrumada, y triste. Mi cuerpo se cerraba de nuevo, así como se cerró cuando fui diagnosticada, hace unos años, con síndrome de fatiga crónica.

Mi amigo me dijo, “Necesitas permitirte ser vulnerable y abrirte una vez más.”

Mi respuesta fue, “No.”

¿Está bromeando ésta gente? ¿Es qué no saben lo que sucede cuándo me vuelvo vulnerable?

Me lastimo, me quiebro, lloro, todo esto es porque las emociones son tan intensas y la única manera de procesarlas es llorando—y las mujeres fuertes no lloran cuando el mundo piensa que ya superaron su trauma.

Un amigo ofreció abrazarme luego de visitarme por una noche y observar como intentaba balancear mi trabajo, mis escritos, empresa de orientación, y cuidar de mis hijos por un fin de semana completo. Me dijo, “Deja que te abrace, mama, lo necesitas.”

Mi respuesta fue, “No, estoy bien.”

Excepto que no lo estaba.

Lo que más quería en el mundo era que me abrazara, mejor si podía hacerlo durante toda la noche.

Pero dejar que un hombre me abrazara me haría vulnerable y todavía no estaba lista para eso. Principalmente, no estaba lista para demostrar cuanto necesitaba ser abrazada por alguien.

Oprah dijo una vez que Dios nos habla por medio de susurros. Si no les pones atención se vuelven cada vez más altos, como si te golpearan en la cabeza.

Los susurros siempre son mensajes, y si no escuchas el mensaje, se convierte en problema—y si no enfrentas el problema, éste se convierte en crisis.

Tu vida te está hablando.

Ayer obtuve mi cuarto susurro, vino de otra amiga que trabaja en el ámbito de la metafísica. Ella me dijo que mi espíritu estaba intentando hablarme, me estaba pidiendo que dejara de ser tan valiente y fuerte, quiere que me deje llevar, deje de despotricar, lamentarme, quiere que llore y deje todo salir.

“Deja que las emociones salgan y que se muevan a través de ti,” me dijo.

Ésta vez mi respuesta fue distinta, le dije que sí.

Existe un dolor que necesita de mi atención. Reconocí que estoy exhausta de intentar ser fuerte mientras mi cuerpo está gritando por poder expresar profundamente el fuerte dolor que sentía.

Aun cuando los boxeadores se encuentran dentro del ring saben cuándo ya han tenido suficiente. Saben cuándo es tiempo de regresar a su esquina y rendirse. A veces, antes de salir a pelear de nuevo, necesitan tiempo para respirar y sentir el dolor de los golpes que han recibido.

Así que hoy me he comprometido a ser vulnerable de nuevo.

Me permitiré ser abrazada por otros—abriré mi corazón y demostraré lo que hay en él sin intentar esconderlo. Me permitiré llorar cuando lo necesite.

Puede que llore cuando me abraces o simplemente porque te ofreciste a apoyarme de alguna manera. Definitivamente lloraré si me dices que soy una mujer asombrosamente fuerte y que estoy haciendo cosas increíbles por lo que he vivido. Pero ahora me doy cuenta que la única manera de sobrepasar el dolor y llegar al otro lado, en donde todo lo demás me está esperando, es llorando.

Vida es poder tener el privilegio de ayudar a los demás a sanarse.

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Link del artículo oríginal:

It’s Time to Be Vulnerable Again (& I’m Terrified).

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Autor del artículo: Dina Strada

Traductora: María José Barillas García

Editoras: Caitlin Oriel (Inglés)/Yoli Ramazzina (Español)

Foto: Flickr/Dee Ashley

 

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