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September 1, 2016

A las mujeres que temen terminar solas.

Esra Erben/Flickr

Tener miedos es de humanos—pero los miedos no son realidades.

El problema comienza cuando decidimos mantener nuestros miedos en secreto. Cuando escogemos proteger nuestros miedos y no sacarlos a la luz, crecen y crecen hasta convertirse en monstruos.

Alimentamos nuestros miedos al mantenerlos en silencio.

Quiero contarles la historia de lo que sucedió cuando hablé acerca de mi miedo por estar sola, cuando lo saqué a la luz.

No hace mucho, mi mayor miedo era terminar sola. Sentía que había algo, inexplicablemente, malo conmigo, algo que hacía imposible que tuviera una relación duradera y saludable con alguien. En cada boda, fiesta, y evento al cual las parejas iban, estaba segura que llevaba un estigma pegada a mi frente. Estaba segura que todas las personas en la habitación se estaban preguntando que estaba mal conmigo.

Mis relaciones eran cortas y dulces. Terminaban antes que comenzaran. Yo siempre era la amiga soltera, así que eventualmente las personas dejaron de hacer preguntas.

Era increíblemente doloroso el estar sola, no era lo suficientemente buena, no era digna de amar. Y sin importar cuan fuerte, inteligente, bella, y valiosa me sintiera a veces, otras veces sentía que todo era una mentira. Saben, ese juego mental que tenemos con nosotros mismos: “Pero si todas estas cosas son ciertas, ¿por qué sigo soltera?”

Empecé a creer que no me enamoraría como los demás. Empecé a creer que el amor para mí no estaba escrito en las cartas. Empecé a creer que, por alguna razón, mi destino era estar sola.

Eso me aterrorizaba. Solía pasar noches enteras en cama, pensando que tan solitaria iba a ser mi vida. También estaba enojada, enojada que esto fuera con lo que tenía que lidiar. Hubiera dado cualquier cosa para que alguien me dijera lo que el futuro tenía planeado para mí.

Durante este período de 25 años, mis amigos me dieron todo tipo de consejos:

“Pasará cuando estés lista.”

“Pasa cuando dejas de buscarlo.”

“Concéntrate en ti misma y todo tomará su lugar.”

Y mi favorita: “Sé paciente.”

Claro, la mayoría de estas mujeres estaban en una relación, así que no creí una palabra. Francamente, quería golpearlas en la cara cuando me daban estos consejos bien intencionados, condescendiente, pero inútiles.

Poco a poco, dejé de darle importancia a lo que la gente dijera o pensara. Empecé a hablar acerca de mi miedo, exponiéndolo. Hablé acerca de eso con amigos y mi terapista. Lo escribí es un pedazo de papel y luego lo rompí en pequeños pedazos. Oré para que el miedo se fuera. Pedí ayuda cuando la necesitaba. Empecé a aceptar lo posibilidad de terminar sola y me di cuenta que en realidad me gustaba mi vida—así que el estar sola ya no parecía una terrible idea.

Empecé a enfocarme más en mí y el tipo de persona que era. Empecé a creer que atraería a este tipo de personas a mi vida.

Trabajé en mi misma todos los días. Aprendía a amarme en las buenas, las malas, y en lo feo. Empecé a creer, muy dentro de mi alma, que era digna de un gran amor. Que no importaba los errores que había cometido o el dolor que había sentido, todavía merecía un gran amor.

Así que me deshice de los comportamientos destructivos: la bebida, el cigarrillo, mensajes a altas horas de la noche, dejé de entretener a individuos que no me estaba tratando de la manera en que yo quería. Me volví más firme y empecé a pedir lo que quería y necesitaba. Dejé de sentirme avergonzada por estar sola, en cambio, me sentí fuerte.

Mo rodeé de mujeres cariñosas que me aceptaron incondicionalmente. Empecé a seguir mis pasiones. Me inicié en el apoyo a la salud mental, regresé a la escuela para alcanzar una carrera como terapista y completé un entrenamiento de 200 horas para ser una maestra de yoga. Hice lo que yo quería y me di cuenta que la persona que iba a estar conmigo me aceptaría como yo fuera.

Hoy, acepto mi vida así de imperfecta. No estoy en donde yo creía que iba a estar a los 28, pero estoy indescriptiblemente feliz—y en una relación amorosa.

Me prometí que, si alguna vez estaba en una relación duradera y saludable, nunca olvidaría lo que se siente estar profundamente sola. Me prometí que nunca daría consejos inútiles, y condescendientes, a mujeres solteras. Prometí eso, en cambio, sentiría empatía de su dolor. Escucharía su dolor.

Esto es lo que quiero decir a las mujeres que tienen miedo de terminar solas:

Siento mucho que estén sufriendo. Siento mucho que se sientan solas. Yo también me sentí sola—por mucho tiempo, y lo único que calmó el dolor fue aprender a amarme a través del dolor. Nunca una persona quitó el dolor por completo. Aunque el día de hoy estoy en una relación, todavía peleo con este dolor. No importó mucho que haya encontrado una relación saludable, lo que importó fue que dejé de proteger mi miedo.

No siempre es fácil, pero hoy, sé que mis miedos no vivirán mucho tiempo en la luz.

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Link del artículo oríginal:

To the Women who Fear they are Destined to Be Alone.

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Autora del artículo: Ali Mariano

Traductora: María José Barillas García

Foto: Flickr/Esra Erben

Editoras: Nicole Cameron (Inglés) / Yoli Ramazzina (Español)

 

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